¿Puede la IA Generativa Facilitar la Creación de una Mente Colectiva Global?

En el ámbito de la ciencia ficción, la idea de que la humanidad conecte nuestras mentes en un "mentefacto" global se originó en la novela "Last and First Men" de Olaf Stapledon, publicada en 1930. Este trabajo describe un futuro en el que los humanos evolucionan biológicamente para vincularse telepáticamente, formando mentes colectivas altamente inteligentes.

En la realidad, este concepto se conoce como Superinteligencia Colectiva, que utiliza las avanzadas tecnologías de IA generativa en lugar de la telepatía. Estas tecnologías permiten que grandes grupos humanos participen en sistemas deliberativos en tiempo real, potenciándonos para resolver problemas complejos al aprovechar nuestro conocimiento e ideas colectivas.

Como investigador de IA con más de una década de experiencia, estoy convencido de que este enfoque puede crear sistemas superinteligentes que prioricen los valores, la moral y los intereses humanos en cada evaluación y decisión. Si bien algunos pueden encontrar inquietante la idea de que grupos grandes colaboren en tiempo real, la naturaleza ofrece un precedente.

Muchas especies sociales han evolucionado para tomar decisiones rápidamente como grandes grupos, superando las capacidades cognitivas de sus miembros individuales. Este fenómeno, conocido como Inteligencia Colectiva, permite que los cardúmenes de peces, los enjambres de abejas y los bandadas de aves enfrenten desafíos críticos utilizando una inteligencia colectiva mucho más allá de sus capacidades individuales.

Un caso inspirador de Inteligencia Colectiva es el cardumen de peces. A primera vista, parece simple, pero detrás de ello hay un sistema donde miles pueden tomar decisiones complejas sin un líder designado. Curiosamente, los cardúmenes pueden encontrar soluciones efectivas incluso cuando ningún miembro posee toda la información relevante.

Imaginemos un cardumen que se enfrenta a tres depredadores que se acercan desde diferentes direcciones. Aunque la mayoría de los peces no son conscientes de las amenazas, pequeños grupos conocen la ubicación de cada depredador. ¿Cómo puede este amplio grupo informado tomar una decisión unificada y rápida sobre cómo evadir el peligro?

Los peces utilizan un órgano único llamado línea lateral, que les permite sentir la presión y las vibraciones en el agua, ayudándoles a evaluar la velocidad y dirección de los peces cercanos. Al percibir los movimientos de sus vecinos, los peces participan en una forma de deliberación local, determinando el mejor rumbo según la intención de sus compañeros inmediatos.

Sin embargo, esto no explica cómo se toman las decisiones generales en el cardumen. Por ejemplo, el grupo que ve un depredador a la derecha puede abogar por moverse hacia la izquierda, mientras que los grupos a la izquierda podrían sugerir moverse a la derecha. Mientras tanto, aquellos en el medio—ajenos a las amenazas—pueden seguir moviéndose como estaban. ¿Cómo se logra entonces un consenso rápidamente?

La clave radica en las conversaciones superpuestas entre los grupos. Cada pez discute con diferentes conjuntos de vecinos, lo que permite un rápido intercambio de información que se propaga a través del cardumen. Esta dinámica colaborativa resulta en decisiones colectivas rápidas, incluso ante información limitada de cada individuo.

Esto plantea una pregunta intrigante: ¿Pueden los humanos deliberar tan eficientemente como los cardúmenes de peces, permitiendo una toma de decisiones rápida en grandes grupos que enfrentan problemas complejos?

Históricamente, esta noción parecía imposible, ya que investigaciones indican que las conversaciones humanas efectivas prosperan típicamente en grupos pequeños de cuatro a siete individuos. A medida que los grupos crecen, el tiempo de habla y de respuesta de cada participante disminuye, lo que conduce a monólogos desarticulados en lugar de diálogos cohesivos. Para cuando el tamaño del grupo alcanza 20, la conversación genuina a menudo flaquea.

Los avances en IA generativa han originado un nuevo enfoque: la Inteligencia Colectiva Conversacional (ICC). Esta tecnología permite que grandes grupos—ya sean 200, 2,000 o incluso 2 millones—discutan problemas complejos en tiempo real y converjan en soluciones óptimas con una mayor inteligencia colectiva.

El primer paso implica dividir a la gran población en subgrupos manejables que faciliten un diálogo significativo. Por ejemplo, un grupo de 1,000 podría dividirse en 200 grupos más pequeños de cinco, cada uno participando en su propia sesión de chat o video. Aunque esto no crea un diálogo unificado, sí facilita numerosas conversaciones paralelas.

Para replicar la dinámica de grupo superpuesta de los cardúmenes, la ICC utiliza "sustitutos conversacionales" potenciados por LLM. Estos agentes de IA destilan los conocimientos de los participantes humanos dentro de su subgrupo y transmiten esa sabiduría a otros sustitutos en diferentes grupos. Cada sustituto luego comunica estos conocimientos en lenguaje natural, facilitando el flujo de información a través de toda la población.

Estudios recientes confirman la efectividad de este método. Un estudio de 2023 en la Universidad Carnegie Mellon comparó deliberaciones en tiempo real entre 50 personas en salas de chat convencionales y aquellas utilizando Inteligencia Colectiva Conversacional. Los hallazgos revelaron que la segunda opción condujo a discusiones más coherentes y a un aumento del 50% en las contribuciones individuales.

Para investigar más, un estudio de seguimiento en 2024 evaluó grupos humanos en red que tomaban pruebas de CI como un "mentefacto". Grupos de 35 participantes, con un CI promedio de 100, lograron una puntuación efectiva de 128—ubicándolos en el 97º percentil—cuando utilizaron la plataforma online de ICC llamada Thinkscape. Aunque este estudio examinó grupos más pequeños, otras investigaciones han probado con éxito grupos de hasta 250.

Aunque los estudios se centraron principalmente en interacciones basadas en texto, los principios de ICC son aplicables a teleconferencias, videoconferencias y reuniones en VR. Esta adaptabilidad permite que grandes grupos—desde cientos hasta miles—participen en conversaciones coherentes en tiempo real que resuelvan problemas, prioricen opciones, generen ideas y tomen decisiones informadas con mayor inteligencia.

En última instancia, este enfoque tiene el potencial de revolucionar diversos campos, incluyendo la colaboración empresarial, la investigación de mercado, el compromiso cívico y la democracia deliberativa. A largo plazo, podría allanar el camino para el desarrollo de sistemas superinteligentes alineados con los valores y sensibilidades humanas. Al aprovechar la tecnología de ICC, podríamos empoderar a millones en todo el mundo para colaborar como una red cognitiva global, abordando nuestros problemas más desafiantes. Creo que esto ofrece una alternativa más segura que depender únicamente de la superinteligencia artificial, que podría no priorizar los intereses humanos con el tiempo. Por lo tanto, abrazar la Inteligencia Colectiva Conversacional y las herramientas de IA generativa—manteniendo a los humanos en el centro del proceso—podría transformar significativamente nuestro futuro.

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