El astrofísico de Harvard, Avi Loeb, explica la conexión entre los OVNIs y la inteligencia artificial.

La posibilidad de vida extraterrestre ha capturado la imaginación humana durante siglos, y recientes reflexiones del renombrado astrónomo Martin Rees sugieren una perspectiva revolucionaria: los seres alienígenas podrían no parecerse en absoluto a la vida biológica convencional. En cambio, podrían existir como programas de inteligencia artificial (IA). Esta idea está ganando terreno a medida que crece el interés de la comunidad científica en los fenómenos aéreos no identificados (UAP).

Según Avi Loeb, un destacado astrofísico de Harvard, el formidable desafío de atravesar distancias interestelares—miles de años luz—requiere que las sondas espaciales operen de manera autónoma. “No pueden esperar orientación en tiempo real de sus creadores,” comentó Loeb. Esta independencia indica que estas sondas pueden poseer sus propias formas de inteligencia. Dado que es poco probable que los seres biológicos sobrevivan a viajes prolongados por el espacio debido a la exposición a la radiación cósmica, es plausible que los exploradores extraterrestres estén impulsados por IA. “Los dispositivos extraterrestres que funcionan cerca de la Tierra podrían estar equipados con IA avanzada,” añadió.

Loeb lidera el Proyecto Galileo en Harvard, una iniciativa destinada a indagar sobre los orígenes de los UAP mediante la observación de objetos dentro y cerca de la atmósfera terrestre. El proyecto utiliza sofisticados algoritmos de aprendizaje profundo de IA para filtrar objetos identificables, permitiendo así a los investigadores centrarse en anomalías que podrían indicar inteligencia extraterrestre. En septiembre, la NASA publicó sus hallazgos iniciales sobre los UAP y designó a un director específico para investigar esta línea, concluyendo que, aunque actualmente “no hay evidencia” que vincule a los UAP con orígenes extraterrestres, la búsqueda de más conocimientos continúa.

Rees desarrolló esta idea en un ensayo reciente, sugiriendo que los humanos podrían ser solo un peldaño evolutivo que lleva al surgimiento de la IA. Si las entidades de IA son comunes en el universo, nuestros telescopios probablemente no las detecten si no se asemejan a seres orgánicos. Rees argumenta que tales inteligencias no orgánicas podrían tener protocolos operativos muy distintos a los nuestros y podrían ocultar intencionalmente su existencia ante la humanidad. Podrían prosperar en entornos ajenos a las restricciones planetarias tradicionales, haciendo del espacio su hábitat ideal para la exploración y la innovación.

La investigación ya ha comenzado en el desarrollo de sondas autónomas impulsadas por IA para facilitar el estudio de cuerpos celestes distantes. “Los astronautas de IA equipados con impresoras 3D podrían utilizar materiales locales para auto-replicarse o generar combustible,” explicó Loeb. “La búsqueda de sondas interestelares es un aspecto crucial del Proyecto Galileo mientras recopilamos datos para descubrir objetos inusuales cerca de la Tierra.”

Además de la exploración de sondas extraterrestres, los investigadores están utilizando IA para descifrar posibles señales de vida inteligente alienígena. Como ejercicio preliminar, los científicos aplican IA a la comunicación de delfines, con Denise Herzing, una experta líder en el campo, a la vanguardia. El equipo de Herzing ha pasado décadas desentrañando las complejidades del lenguaje delfín y ha integrado IA en sus esfuerzos. “Después de tres años refinando nuestro modelo, hemos desarrollado una interfaz de usuario que facilita la minería de datos rápida y permite interrogar sonidos específicos,” compartió en el blog de su proyecto. El objetivo es identificar la estructura y los patrones en las vocalizaciones de los delfines, un aspecto fundamental de cualquier lenguaje.

Además, un grupo de científicos ha introducido una técnica sencilla para detectar signos de vida en planetas remotos utilizando IA. Su innovadora prueba distingue entre minerales con conexiones biológicas históricas y aquellos que son puramente abióticos. A través de un meticuloso proceso de dos pasos—que incluye cromatografía de gases por pirólisis y posterior espectrometría de masas—entrenaron a un sistema de IA con datos de 134 muestras, lo que le permite evaluar nuevos ejemplos de manera efectiva.

“Este enfoque analítico innovador podría avanzar significativamente en la búsqueda de vida extraterrestre y enriquecer nuestra comprensión de los orígenes de la vida en la Tierra,” destacó Robert Hazen, un investigador del Laboratorio Geofísico de la Institución Carnegie. “Allana el camino para el despliegue de sensores inteligentes en naves espaciales robóticas y módulos de aterrizaje, permitiendo la búsqueda de indicadores de vida antes de que las muestras sean devueltas a la Tierra.”

A medida que avanza la investigación en estos campos, la pregunta de si estamos solos en el universo—y la forma que podría tomar cualquier inteligencia extraterrestre—se vuelve cada vez más fascinante. Con la fusión de la tecnología de IA y la investigación astronómica, la humanidad se encuentra al borde de descubrimientos potencialmente transformadores.

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